domingo, 30 de septiembre de 2018

PSICOLOGÍA FORENSE





PSICOLOGÍA FORENSE


 
Como ya hemos explicado en otros posts, la Psicología es la ciencia que estudia la conducta humana y los procesos mentales en un sentido amplio. Estos procesos mentales son la génesis del comportamiento: nuestro pensamiento acaba concretándose en ciertas motivaciones, actitudes y conductas tangibles y observables.

Psicología Forense: uno de los ámbitos en psicología

Pero, ¿qué es la Psicología Forense? El término forense proviene del latín forum. Esto es, la plaza, el espacio público donde en la época romana tenían lugar los juicios públicos.
Así pues, la psicología forense es la rama de la psicología que estudia e interviene en los procesos judiciales con el fin de aportar datos y conocimientos que ayuden a resolver los casos. Los profesionales de la psicología forense son los psicólogos forenses, y su función es recopilar, estudiar e interpretar correctamente los distintos datos psicológicos que puedan aportar elementos importantes de cara a un juicio.


Las funciones y las habilidades de los psicólogos forenses

Los profesionales de la psicología forense, además de ser graduados en psicología, deben contar con conocimientos y herramientas propias del derecho judicial, procesal y penal. Esto les permite contar con el bagaje necesario para poder comprender con precisión los procesos judiciales y aplicar correctamente las técnicas psicológicas en este campo.
Los psicólogos forenses trabajan conjuntamente con abogados, peritos, fiscales y jueces. De hecho, los psicólogos forenses actúan como peritos a la hora de ofrecer su testimonio profesional en ciertos juicios, aportando datos y conocimientos de interés para colaborar con la Justicia y lograr que las circunstancias del caso puedan ser esclarecidas, por lo menos en lo que atañe a ciertos aspectos psicológicos y/o psicopatológicos de alguna o todas las partes implicadas.

Un profesional de la psicología, pero también un experto en derecho

Un psicólogo forense no es simplemente un psicólogo que ejerce ciertas tareas en una administración de justicia estatal. En realidad, es un gran dominador de todos los conceptos, normas y dinámicas del sistema jurídico en el que se encuentra.
El psicólogo forense tiene una comprensión amplia sobre todos los mecanismos legales y procesales. De hecho, si no fuera así, podría ser fácilmente excluido de ciertos procesos en los que participase al haber perdido la credibilidad de los distintos actores implicados en el juicio. El sistema judicial es un sistema formal en el que los métodos y procedimientos tienen una importancia capital. De ahí que el psicólogo forense, además de ser experto en su ámbito, deba conocer y adecuarse perfectamente a estas regulaciones.
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¿Qué funciones tiene un psicólogo forense ante un tribunal?

Son muchos los elementos y factores en los que la psicología forense tiene un papel clave en el contexto de un proceso judicial. Con el objetivo de ayudar al juez a tomar decisiones acertadas, el psicólogo forense pone a disposición del caso una serie de conocimientos y herramientas.
Una de las funciones más comunes hace referencia al estudio que llevan a cabo los psicólogos forenses acerca de las facultades mentales y las condiciones psicológicas de alguna de las partes implicadas en un juicio (acusados, denunciantes y hasta testigos). Este análisis ayuda a dilucidar, en el caso de los acusados, si estaban en pleno uso de sus facultades mentales en el momento en el que, presuntamente, cometieron un delito. Por ejemplo, si hay un imputado por homicidio, un psicólogo forense tendría la capacidad para realizar un informe que indique si, en el momento del crimen, el acusado era consciente de sus actos.

La formación de un psicólogo forense

Hemos hablado sobre qué es la psicología forense y también sobre las tareas que realizan los profesionales de la psicología judicial. Ahora bien: ¿qué formación debe tener un psicólogo forense para poder ejercer?
Este punto es más complicado de explicar, puesto que cada país tiene una legislación distinta respecto al background académico que precisan este tipo de profesionales. En general, podemos decir que, para dedicarse a la psicología forense, el profesional debe contar con el grado o la licenciatura o título universitario en Psicología, para después especializarse en alguna de estas ramas: psicología de las organizaciones, psicología social o psicología clínica, siendo este último ámbito especialmente relevante.
Después, debe cursar un posgrado o un Máster en psicología forense. Sin embargo, resulta de especial interés que el psicólogo forense cuente con conocimientos extensos en materia de evaluación psicológica, psicopatologías y técnicas de diagnóstico e intervención. Como el psicólogo forense tiene que ayudar a dilucidar si la persona acusada tiene trastornos mentales o no, parte de de su trabajo se parece al de un psicólogo clínico, aunque en este caso sus intereses y los de la persona evaluada no acostumbran a coincidir.






Función en las medidas penales y correctivas

Además de lo expuesto, la psicología forense también cuenta con cierta influencia a la hora de informar y sugerir el tipo de tratamiento que debería seguir una persona condenada a pena de privación de libertad. Así, el juez puede contar con más elementos para decidir cómo ejecutará la pena y cuáles serán las medidas correctivas impuestas.

La Psicología Forense colabora y describe, pero no juzga

Cabe hacer una puntualización: la psicología forense puede ayudar a un juez a determinar ciertos factores psicológicos de las partes implicadas en un proceso judicial; puede explicar el comportamiento de una persona para hacer más comprensible que haya sido víctima o agresor en determinadas circunstancias. Esta información se ofrece al tribunal para que pueda ser capaz de tomar una decisión sopesada sobre los hechos.
Sin embargo, el psicólogo forense no está facultado para defender ni ejercer como fiscal de ninguna de las partes implicadas en un pleito judicial. Su función es descriptiva e informativa, y por tanto debe ser completamente neutral.
Los tribunales de justicia suelen formular preguntas muy concretas al psicólogo forense, siempre relativas al caso que se juzga y en torno a las distintas variables psicológicas que pueden haber influido en los hechos. La terminología con que se expresan los distintos actores judiciales es el propio del ámbito legal, y así también se espera que el psicólogo forense se ciña a un lenguaje unívoco y coherente con el contexto.



Dicho de otro modo, los distintos actores involucrados en el proceso judicial (juez, abogados, fiscales y jurado) necesitan conocer los efectos directos del estado psicológico de alguno de los implicados para determinar hasta qué punto son responsables de sus acciones. En este sentido, cabe aclarar que no tendría sentido alguno que el psicólogo forense realizara divagaciones sobre el estado psíquico de alguna de las partes juzgados más allá de la tarea que se le encomienda, que es aportar luz sobre las circunstancias psicológicas de las partes implicadas durante los hechos que están siendo juzgados, y por extensión del tratamiento que se deba prestar a alguna de las partes, si fuera necesario.

Culpa, responsabilidad, eximentes…
Los psicólogos forenses suelen ser objeto de polémica con cierta frecuencia. Esto se debe a que, como profesionales en el ámbito judicial, también poseen la facultad para influir en las decisiones de los tribunales de justicia. Por ejemplo, los psicólogos forenses pueden señalar la conveniencia de eximir de culpa a un imputado aduciendo que, en el momento de los hechos, éste no era consciente de sus actos. Por tanto, tienen la capacidad de dejar en libertad a un individuo, incluso aunque éste haya podido ser el autor material de un crimen.
Asimismo, los psicólogos judiciales también pueden aconsejar que se apliquen agravantes o atenuantes en ciertos crímenes, indicaciones que pueden repercutir en la condena que se le impone al acusado.

Estas funciones siempre conllevan grandes controversias. Por ejemplo, en el caso de un imputado que asesinó a un niño, si es declarado inimputable por cuestiones clínicas (psiquiátricas), la familia del menor asesinado puede estallar en cólera contra tal decisión, a pesar de que ésta tenga estrictos fundamentos clínicos.
No obstante, y aunque pueda generar todo tipo de debates sociales, lo cierto es que la psicología forense contribuye decisivamente a que se pueda impartir justicia de forma equilibrada y justa, si se me permite la redundancia

HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA EN EL PERÚ: MOMENTOS Y HECHOS IMPORTANTES

Los orígenes de la psicología en el Perú se remontan a la época colonial, después de la invasión española al Tahuantinsuyo se consolida la conquista y la formación de sociedades coloniales, donde se buscó preservar la dependencia. Se implanta-ron regímenes de cas-tas, provocando una inequidad a tal extremo que se puso en duda la naturaleza humana de los nativos. Sin embargo, los conquistadores trajeron también educación y cultura "española". Se fundaron escuelas, colegios y órdenes religiosas. Esta educación tuvo un definido carácter elitista en todos sus niveles. Cabe resaltar en el predominio de la escolástica un hecho de trascendencia que ha sido señalado por Luis Antonio Eguiguren (1950): "los conquistadores debían valerse de la religión para dominar el alma de los infieles, adoptando el carácter de instrumento político".

Es así que durante los siglos XVI, XVII y casi la totalidad del XVIII, vivimos totalmente como en la 
edad media, sintiendo el mismo des-precio por las ciencias que hacen conocer al hombre y al mundo.

El convictorio de carolino (1750 - 1825) se convirtió en el difusor de lo que se denominó filosofía moderna, cuyas innovaciones académicas tuvieron repercusiones más allá de los re-cintos universitarios, provocando así el movimiento independentista. Dentro de este marco contextual podemos encontrar a figuras como Hipólito Unanue, quien aportó con ideas psicológicas con sus "observaciones sobre el clima de Lima y su influencia en los seres organizados, en particular, el hombre". Así mismo, señala particularidades de cada una de las razas, incorporando un sustento al racismo predominante de aquella época. 



 De 1890 a 1920 llega el positivismo y el espiritualismo al Perú, rivalizando como dos posturas opuestas dentro de un mismo marco contextual de la época. Algunas figuras representativas del positivismo son: Manuel Gonzales Prada, Luis Miro Quesada y Hemilio Valdizán, quienes renunciaban a investigar lo trascendente, reduciendo la indagación filosófica a las leyes dadas en la experiencia, fue denomi-nada también como la religión de la humanidad. Por otro lado entre las figuras representati-vas del espiritualismo encontramos a: Alejandro Deustua, Mariano Ibérico y Humberto Bor-ja, quienes buscaban creadora de la actividad psíquica, a la que concibe como actividad de expresión, de configuración y de síntesis. Proclama la esencia irreductible de los fenómenos psíquicos y la preeminencia de la voluntad.


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